Juan Rivera
Colectivo Prometeo
Al ver las reacciones que la Derecha Hispana
ha tenido ante las protestas ciudadanas por la presencia de un equipo ciclista (patrocinado por Sylvan Adams millonario sionista
íntimo de Netanyahu), cuya tarea principal era el blanqueamiento de las matanzas
de Gaza, con la excusa de “es Deporte, no Política”, dos son las ideas
que se vienen a bote pronto:
-La
primera es que, oídas las declaraciones de sus líderes y las réplicas en las
redes de los odiadores (“haters”) que las consumen, hoy es imposible distinguir entre derecha ultra, franquista, descerebrada… Han conseguido una amalgama en
la que ni Dios es capaz de averiguar dónde empieza una y termina la otra. Y en
ese revoltillo nadie puede encontrar rastro de lo que sería una derecha
democrática alineada con la defensa de los derechos humanos, las libertades o
los derechos recogidos, por ejemplo, en la Constitución de 1978.
-La
segunda es que a los dirigentes españoles les pasa con Israel lo que les pasa a
los adolescentes que vemos en las películas de asesinos en serie: se enamoran
del criminal y levantan la mano ofrendándose para el “vis a vis”, mientras
gritan sin pudor “Hazme tuyo”.
Es
verdad, aunque no sea excusa para ese comportamiento, que analizando mínimamente las acciones de los jefes, se nota como apuntaban maneras desde el
principio.
Sin ir más
lejos, de los 3 mencionados en el título, el primero nunca ha
tenido problemas éticos para vivir del cuento, sin dar golpe y a costa del
erario público, (mientras reclama, eso sí, la eliminación de los” chiringuitos”),
ni tampoco para preocuparse de la procedencia del dinero que financia a su
partido.
A la segunda
no le causa ningún conflicto convivir con un presunto defraudador de Hacienda. El novio de España, gracias a los ingresos obtenidos por sus negocios con la Quirón Prevención, una
de las empresas que más contratos tiene con la Comunidad de Madrid, puede pagar un alquiler de 5000 euros mensuales en un ático de 170 m, entre otras
minucias. Tampoco parece pesarle en la conciencia la muerte de los 7291 ancianos
fallecidos en las residencias de Madrid a consecuencia de los “protocolos de la
vergüenza”.
Y del tercero te lo puedes imaginar todo. Si se iba de vacaciones con un narco al que toda Galicia conocía, y
él no se coscaba ¿de qué se va a enterar el pobre? ¿De los 63 contratos
adjudicados a dedo por la Xunta en 2024 a la empresa de su hermana?
No seáis mal pensados que el hombre no da para más.
El nivel de
partida era bajito, muy bajito, pero ellos, que blasonan de ser “defensores a ultranza de la cultura
cristiana”, podían disimular, aunque fuese un poco, y fingir que se creen al menos lo de
la caridad con el prójimo. Pero no, es tal el grado de inhumanidad que los
impregna que son insensibles a cualquier dolor ajeno.
Por eso,
cuando se está retransmitiendo en directo
una matanza que supera con creces las 66.000 muertes de ellas, más de
20000 niños ( de ahí el término “mataniños” que cojo prestado a mi hermano
Antonio Cebrián), más de 1600 trabajadores de la sanidad, más de 250
periodistas y centenares de miles de heridos, con la destrucción total de un
territorio ( la sed de venganza recuerda,
por lo despiadado, a los actos del Imperio Romano, cuando asolaba a la
ciudad que se le oponía y sembraba la tierra con sal para borrar la memoria de
su existencia), causa vergüenza ajena
ver a nuestros “patriotas de pulsera” mirar para otro lado y decir “Hamas”, ya
que por una vez no pueden decir “ ETA”.